Además del buceo deportivo, turístico, o de pesca, en los últimos cincuenta años se han desarrollado extensamente la arqueología subacuática, y su peor enemigo: los cazadores furtivos de tesoros. Tesoros inimaginables que los animales protegen sin conocer su valor, por lo que el rescate de grandesfortunas se ha convertido en un lucrativo negocio.
Los detectores de metales, las cámaras subacuáticas, los radares, las cámaras de infrarrojos y otros avances de alta tecnología están permitiendo llegar a los naufragios más inaccesibles.
Los arqueólogos subacuáticos no cesan de alertarsobre las prácticas destructivas de los cazatesoros. Su única preocupación es extraer lo que tenga un valor monetario inmediato. Si algún objeto les dificulta el acceso al oro, no dudan en usar explosivos.
En 1952 el comandante Jaques Yves Cousteau desarrolló la primera escafandra autónoma. Por fin el hombre podía moverse libremente bajo el mar, nadar junto a los peces, explorar sus secretos más recónditos. El océano se nos abrió con todas sus riquezas.
El invento del comandante francés fue un maravilloso avance, pero también una gran responsabilidad. El litigio no es sólo porel indudable valor histórico de estos pecios. Con el transcurso incesante de la marea y de los siglos estos barcos forman ya parte del ecosistema submarino. Y de sus nuevos habitantes. La exploración del mundo submarino es una nueva oportunidad para que no repitamos los errores que hemos perpetuado en la superficie.
Los detectores de metales, las cámaras subacuáticas, los radares, las cámaras de infrarrojos y otros avances de alta tecnología están permitiendo llegar a los naufragios más inaccesibles.
Los arqueólogos subacuáticos no cesan de alertarsobre las prácticas destructivas de los cazatesoros. Su única preocupación es extraer lo que tenga un valor monetario inmediato. Si algún objeto les dificulta el acceso al oro, no dudan en usar explosivos.
En 1952 el comandante Jaques Yves Cousteau desarrolló la primera escafandra autónoma. Por fin el hombre podía moverse libremente bajo el mar, nadar junto a los peces, explorar sus secretos más recónditos. El océano se nos abrió con todas sus riquezas.
El invento del comandante francés fue un maravilloso avance, pero también una gran responsabilidad. El litigio no es sólo porel indudable valor histórico de estos pecios. Con el transcurso incesante de la marea y de los siglos estos barcos forman ya parte del ecosistema submarino. Y de sus nuevos habitantes. La exploración del mundo submarino es una nueva oportunidad para que no repitamos los errores que hemos perpetuado en la superficie.
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